sábado, 20 de julio de 2013

GANAS DE ESCRIBIR

El aceite había llegado a la temperatura ideal para freír un huevoTomó uno de la cesta y le dio un par de golpes contra el filo de la estufa, quebrando el cascarón. Tiró el contenido a la sartén y se escuchó el sonido de estrellitas centelleantes que produce el agua al chocar con el aceite caliente.
Mientras esperaba y veía como la consistencia del huevo se volvía cada vez más firme, tomó conciencia de su estado: de pie, despierta, bañada y lista para salir al trabajo, y pensó:

-Hay días mejores que otros. Hoy no, hoy me amaneció en las neuronas, hoy me duele la ausencia de sus desprecios, en el órgano más grande que tenemos todos, hoy cada poro de ese miembro le reclama, hoy quiero su puño reventándome los vasos capilares, quiero el morado, la adrenalina, el alcohol y las drogas. Hoy le quiero dentro de mí. Tendrán que soltarme un rato, la razón, el autocontrol y los psiquiatras con sus pastas. Hoy quiero que me destroce los intestinos. Hoy el tener conciencia de quien soy y del por qué añoro lo que quiero, no me impiden las ganas, de inventarle de nuevo entre mis piernas.-

Seguidamente apagó la estufa, el sonido centelleante fue disminuyendo paulatinamente. Silencio. Subió muy lentamente las gradas que conducían a su habitación, contando cada escalón, como dándole tiempo a su razón a despertar o al arrepentimiento a llegar y ponerle freno a sus impulsos. 

Encendió la computadora, se conectó, ingresó al correo, miró fijamente la ruedita gris del chat a la cual le seguía el nombre de su antojo. En cuanto ésta cambió a verde, escribió: “llevo un six y un colmillo, prometo irme cuando todavía estés dormido” y mientras esperaba la respuesta, se puso a escribir el ensayo para el seminario sobre feminismos al cual se había inscrito el martes recién pasado...

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